Durante la tarde del 23 de julio de 1905 el yate real Polyarnaya Zvezda (Estrella polar) se encontraba anclado en un ‘lugar tranquilo’ de la isla de Björkö, había zarpado de improviso de Peterhoff con su majestad imperial el zar Nicolas II a bordo esa misma mañana. Muchos de los invitados se sorprendían cuando otro gran barco se aproximaba y se abarloaba a ellos. Era el Hohenzollerm, yate de la casa imperial alemana con el propio káiser Guillermo II abordo.
El encuentro no era casual, aunque sí algo precipitado, se había planificado con el mayor de los secretos cuatro días antes. Nadie debía de saber ni dar a conocer nada de lo que allí se hablara. Y así sucedió durante 12 años, hasta que fuera publicada en el año 1917 la correspondencia entre Niky y Willy (nombres familiares con los que firmaban ambos emperadores sus comunicaciones oficiales entre ellos).
El encuentro duró un día, el zar regresó a Peterhoff y el káiser continuó con su travesía veraniega hacia a Visby. En esas 24 horas, ambos jefes de estado habían firmado un tratado que podía cambiar toda la estructura geopolítica existente.
Ese verano de 1905 Guillermo II iniciaba habitual crucero estival a bordo del Hohenzollern, esta vez no se dirigiría como habitualmente, hacia los fiordos noruegos, sino que se encaminaría en dirección a las costas de suecas del Báltico. Durante su travesía aprovechó para visitar en Gefle al rey de Suecia (13 de julio), y en su travesía de regreso a casa aprovechó para enviar a su primo el zar un telegrama. En él, a tenor de los sucesos posteriores, se puede entreleer la más sibilina de las dotes diplomáticas.
En breve estaré en mi viaje de regreso y no puedo pasar a través de la entrada del Mar de Finlandia sin enviaros mi cariño y mejores deseos. En caso de que desearas que nos viéramos, ya sea en tierra o en tu yate, por supuesto estaría siempre a tu disposición.
El zar no dudó en acudir al llamamiento del káiser, proponiendo él mismo, un tranquilo lugar en Bjoerkesund, cerca de Viborg, en el que pudieran encontrarse ambos primos en ‘sus yates’. Los siguientes mensajes cruzados reafirman la intención del káiser que deseaba un encuentro secreto, disfrazado de familiar. Se estaba preparando una reunión en que soberanos de dos imperios decidieran el futuro de sus naciones, sin que ministros, burócratas o cualquier otro pudiera interferir en el mismo o ‘aconsejar incorrectamente’.
Nadie tiene la más mínima idea de la reunión. Las caras de mis invitados serán dignas de ver cuando de repente aparezca tu yate. Una fina broma. Qué vestido para la reunión? Willy
El encuentro entre ambos yates tuvo lugar en la tarde del domingo 23 de julio de 1905. A la mañana siguiente ambos soberanos se sentaron a charlar. Los testigos aseguran que nadie, excepto ambos emperadores, estuvieron presentes en la mayor parte de la entrevista. De lo que se conoce de la misma se sabe que se trataron temas sobre la forma de gobierno del nuevo país, Noruega, que había surgido de su escisión de Suecia, y cuya casa real había sido ofrecida al príncipe danés con apoyo de Inglaterra. La injerencia inglesa en una zona que se consideraba clave para los intereses de ambos imperios era preocupante, más aún si se unía la situación en que podría quedar el Báltico, cuya desembocadura podría ser bloqueada por dos reinos ‘no afines’ que facilitaran la entrada a buques enemigos. Sobre este planteamiento y una vez creado el clima adecuado, el káiser propuso a su primo un tratado de alianza entre ambas naciones. No se sabe si el zar dudó o no, el caso es que al final del día fue firmado por ambos mandatarios.
Sus Majestades Imperiales, el emperador de todas las Rusias, por un lado, y el emperador alemán en el otro, con el fin de asegurar la paz en Europa, se han puesto de acuerdo en los siguientes puntos del tratado en este documento con respecto a una alianza defensiva:
Art. I. Si cualquier estado europeo ataca a uno de los dos imperios, una parte se compromete a ayudar a la otra parte contratante con todas sus fuerzas militares y navales.
Art. II. Las altas partes contratantes se obligan a no suscribir con cualquier enemigo común una paz separada.
Art. III. El presente Tratado entrará en vigencia desde el momento de la conclusión de la paz entre Rusia y Japón, pudiendo ser denunciado con la notificación previa de un año.
Art. IV. Cuando este tratado haya entrado en vigor, Rusia llevará a cabo las medidas necesarias para informar a Francia de la misma y proponer a este último a que se adhieran a ella como un aliado.
Firmado por Nicholas y William
Contrafirmado por Von Tschirschky, conde Benkendorf y Alexey Birilev, Ministro de Marina
Este tratado no fue improvisado durante la travesía estival de Guillermo II; sino que fue la culminación de la política exterior de la Alemania del káiser de atraer a Rusia a su lado en un posible conflicto con Gran Bretaña.
Pero en política no todo es tan sencillo. El conde Lamsdorf, ministro de asuntos exteriores ruso, se echó las manos a la cabeza al tener conocimiento del acuerdo firmado, éste era incompatible con las obligaciones que Rusia tenía comprometidas con Francia y, por tanto, era imposible su ejecución. Witte, plenipotenciario ruso en las negociaciones de paz con Japón, que había partido para Portsmouth el 19 de julio, era de la misma opinión. El zar intentó mantener lo firmado (Nos unimos las manos y firmamos delante de Dios, que escuchó nuestros votos. Por tanto, creo que el tratado así puede llegar a existir. Lo que se firmó está firmado, y Dios es nuestro testador). Al final por mucha empeño y grandilocuencia que usara en sus palabras, el emperador tuvo que ceder ante sus ministros. El tratado fue revocado por la vía reservada de la diplomacia y quedó oculto para el mundo.
Muy bien, todos estos hechos que hemos narrado han sido muy interesantes, pero… ¿Qué tienen que ver con la guerra ruso-japonesa? Buena pregunta, antes de responderla pongámonos en situación.
Estamos a finales de julio de 1905, la flota japonesa había acabado con la flota rusa de oriente, y otra más que se había enviado para sustituirla, ya no había más barcos pues la escuadra del mar negro no podía ser enviada al estar confinada en aquel mar. El ejército japonés había vencido al ruso en Mudken en marzo, su ofensiva se había detenido, y en julio se encontraba conquistando la isla Shakaline. Por el lado ruso el general Linievich había sustituido a Kuropatkine en el mando, y se encontraba reorganizando su ejército a la espera de la llegada de cuatro nuevos cuerpos que se habían formado en Europa. Las negociaciones de paz estaban por comenzar en Portsmounth.
Y llegamos a la razón que me ha llevado a escribir este post que no es otra que imaginarme al señor emperador del Japón, o a sus ministros reunidos, cuando les llegara la noticia que se había producido una entrevista secreta entre Niky y Willy. Si la cara de los acompañantes que iban en los yates imperiales cuando se encontraron debió de ser de sorpresa, la de los ministros japoneses debió de ser cuanto menos de preocupación, por no decir de pánico.
Alemania no había ocultado su simpatía con Rusia en el conflicto con Japón, que se había materializado en apoyo logístico de sus transportes, y bases a lo largo de todo el mundo. No es probable que la orgullosa Rusia, hubiera pedido ayuda a Alemania para una guerra con un país de menor entidad como Japón. Pero los rumores, ante la falta de información del suceso, surgieron en todos los periódicos. Algunos de los que he encontrado: El zar habría pedido apoyo financiero a Alemania. El káiser habría aconsejado al zar continuar con la guerra, argumentando que el regreso de un ejército derrotado acrecentaría los problemas internos, y que el ejército reconstituido de Lineivich podría conseguir la victoria por aplastante superioridad de números. Las conversaciones de paz eran sólo una argucia para conseguir tiempo.
Ninguno de los rumores duraría mucho tiempo. El tratado de paz se firmaría el 5 de septiembre, apenas un mes después de los sucesos que aquí narramos. Lo que sí que tengo claro es que noticias como ésta influyeron profundamente en los negociadores japoneses a la hora de llegar a un acuerdo de paz que no sería el mejor para sus intereses.
Las pretensiones del káiser no se cumplieron. El tratado de Björkö, que podría haber supuesto una crisis sin precedentes entre los miembros de la Doble alianza (Francia y Rusia), acabó difuminándose en las entrañas de la burocracia, del secreto de estado y de la rumorología de la prensa. Lo que en manos de hábiles políticos como Witte y Lamsdorf fue en un elemento más de negociación vez en favor de intereses rusos.
Para interesados podéis encontrar más en el artículo en inglés: SIDNEY B. Fay. The Kaiser’s Secret Negotiations with the Tsar, 1904-1905 <enlace>