En 1858 un navío británico (el Algerine) fondeó en la rada de un pueblecito chino llamado Liu-Chin-Kheou. Nunca antes, que se tenga constancia, un navío europeo había echado allí el ancla. Siguiendo la costumbre muy inglesa de poner nombres a sus ‘descubrimientos’, sin importar las toponimias locales o denominaciones de anteriores descubridores, se procedió a colocar un nombre nuevo, el propio del comandante del Algerine, el teniente Arthur, pasando la localidad a llamarse Port Arthur.
Mirando un mapa de la zona podemos observar claramente la importancia estratégica de su ubicación. Port Arthur ocupa el extremo de la península de Kuang-tong, y cierra por el este el golfo de Petchili.
Entre Port Arthur y la costa septentrional de la península de Chang-Tung, que se extiende a lo largo del litoral opuesto en el mismo golfo, existe un estrecho de 88 km, que se encuentra obstruido en más de la mitad de su extensión por un archipiélago de pequeñas islas, donde se pueden ocultar pequeños navíos. De resultas Port Arthur domina el canal que contornea la punta sur de la penisula de Kuang-Tung, el cual no cuenta en realidad más que 32 km útiles.
Al este de la península se abre la bahía de Corea, prolongación septentrional del Mar Amarillo. Port Arthur domina estos parajes cuyas aguas bañan a la vez China, Corea y Japón.
Las ventajas topográficas locales no son menos importantes, ideales para la instalación de un puerto militar: lago interior, comunicación con la mar por un canal de 1000 metros de longitud y 300 de anchura, y cuyos extremos están protegidos por 2 alturas.
Los inconvenientes se encontraban en la sonda de entrada en marea baja que no daba más de 7 metros, aunque el canal se hacía más profundo conforme se adentraba en la rada interior. La rada exterior, era un buen lugar de fondeo, protegida por las alturas de la costa con profundidades de 8 a 13 metros.
El Virrey Li-Hung-Chang, uno de los más eminentes hombres de estado de la China de finales del siglo XIX, previó el valor estratégico de esta plaza para la defensa del virreinato de Petchili. De 1887 a 1890 hizo construir, por ingenieros franceses y alemanes, el puerto y el arsenal que se encontraban activos en el momento de la guerra de 1904.
El puerto tiene 2500 x 1500 metros y es una pequeña parte del lago interior, a cuyo alrededor se encuentran dispuestos los muelles. En la parte norte se extienden los servicios del arsenal. El Gobierno chino protegió la zona con 13 fuertes.
Los japoneses ya anteriormente a la guerra de 1904 habían ocupado Port Arthur. Durante la guerra chino japonesa, tras la victoria naval en la desembocadura del rio Yalú, la supremacía en el mar era completa para el Japón, lo que permitió que el 24 de octubre de 1895 un cuerpo japonés desembarcara en la península de Liao-Tung, y que un mes después en un asalto combinado por mar y tierra se capturara la plaza de Port Arthur.
El tratado que puso fin a la guerra chinojaponesa de 1895 atribuía a Japón la posesión de Port Arthur. Pero Alemania, Francia y Rusia presionaron para que se devolviera a China. Los japoneses aceptaron retirarse de la plaza, no sin antes destruir todo lo que no pudieran llevarse consigo.
Tres años más tarde, en 1898, se firmaba un Convenio entre China y Rusia, en virtud del cual se le cedían a Rusia las siguientes ventajas: 1) Arrendamiento por un periodo de 15 años de la ciudad de Port Arthur y de un territorio a su alrededor y 2) Derecho de construir y de proteger por sus medios de una línea de ferrocarril que uniera Port Arthur con el Transiberiano.
Imaginamos el rencor de los japoneses cuando vieron que la plaza, que ellos habían conquistado con sangre, caía en manos de Rusia, su principal rival en Extremo Oriente. Desde ese momento Japón comenzó a prepararse para la guerra.
Por su parte el gobierno ruso no descansó en aumentar la importancia comercial de Port Arthur y por asegurar su defensa. Se fortificaron los alrededores, se construyeron baterías de costa, un dique seco en la zona norte del puerto interior y en el ‘puerto del oeste’ fue dragado un pasaje que conducía al arsenal de los torpederos.
Si quieres saber más:
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[Anonimo]. Blancs & Jaunes. La Guerre Russo-Japonaise 1904. Recits d’un temoin oculaire. Paris: Librairie Illustrée