En el mes de agosto de agosto de 1904 la situación parecía claramente favorable al Japón en la guerra que mantenía con Rusia. Los avances por tierra habían llegado a las puertas de Port Arthur y Liao-Yang. Por mar las escuadras de Vladivostock y del propio Port Arthur habían sido derrotadas. El alto mando nipón no podía por menos que estar satisfecho, aunque su enemigo distaba mucho de estar derrotado.
Los primeros intentos de asalto japonés a la plaza fortificada de Port Arthur fueron repelidos, costaron cerca de 10.000 bajas y llegado el día 24 las municiones estaban prácticamente agotadas. Nogi se vió obligado a detener la ofensiva.
Dos días después, el 26, Oyama inició la ofensiva sobre Liao-Yang y, tal como sucedió en Port Arthur, fue una nueva carnicería, asaltos continuos sobre posiciones bien fortificadas por los rusos. Tras seis días, Kuroki, logró conquistar la posición de Yentai y Kuropatkine, al mando de las tropas rusas, inició una retirada ordenada hacia Mudken. No se puede considerar el resultado de esta batalla como una derrota rusa, sino más bien un repliegue hacia una nueva posición bien fortificada a unos 40 km de Liao Yang.
En tierra los avances ya no eran tan rápidos como al principio de la guerra, el coste en vidas de los combates que iban a sucederse a partir de este momento iba a ser muy grande por ambos bandos. La distancia de los frentes de los centros de abastecimiento era otro de los hándicaps de los beligerantes, sobre todo para el Japón. La gestión de los recursos, tanto humanos como materiales, iba a decidir la guerra.
En el mar la flota japonesa se encontraba dañada tras los combates del mes de agosto. La escuadra de Togo, encargada del bloqueo del puerto, muchas de sus unidades necesitaban pasar por el dique seco para realizar reparaciones de consideración, y sus suministros empezaban a escasear. El planteamiento de utilizar las unidades capitales en apoyo de los asaltos terrestres a la fortaleza era cuestionado desde instancias superiores en Japón. La amenaza de un posible enfrentamiento con la flota del Báltico en el estado en que se encontraban los buques japoneses podía ser nefasto.
La flota rusa en Port Arthur no dejaba de ser temible, pues a pesar de la derrota del 10 de agosto, contaba con varios acorazados aún en uso. El mando japonés decidió continuar con el bloqueo, y que fueran enviados a Japón los buques poco a poco para su reparación, el criterio fue mandarlos en parejas. De esta forma se evitaría levantar el bloqueo y se continuaría apoyando a las fuerzas de tierra. Pero este apoyo naval no fue fácil, y se cobró varios buques (el 2 de septiembre, el torpedero Hayatori chocó con una mina y se hundió, el 18 de septiembre, la cañonera Haiyen desapareció sin dejar rastro, el acorazado Asashi chocó también con una mina, aunque sin consecuencias, el 6 de noviembre la cañonera Atago fue hundida)
En septiembre de 1904 la guerra entró en un periodo crucial, a pesar de los éxitos iniciales situación para el Japón era delicada. Port Arthur continuaba resistiendo. El 11 de octubre las salidas de los torpederos rusos basados en Port Arthur pusieron en aprietos a la retaguardia del ejército de asedio japonés. El 9 de octubre Kuropatkine se lanzó a la ofensiva en el rio Sha-ho. El 15 de octubre se tenía noticia de la partida de la flota del Báltico. El fiel de la balanza podía caer de cualquiera de los dos lados.
La batalla de Sha-ho, fue uno de los pocos momentos durante la guerra en que los rusos tomaron la iniciativa. Tras la batalla de Liou-Yang, el ejército japonés había avanzado y atravesado el rio Tai-tzu-ho. El objetivo de Kuropatkine era obligarlo a volverlo a cruzar en sentido contrario. La forma de hacerlo era mediante un ataque frontal que fijara las posiciones y un movimiento envolvente del flanco derecho de las tropas japonesas. Las operaciones comenzaron el día 5, no encontraron resistencia, y los rusos ocuparon las posiciones previstas en el centro en muy poco tiempo. El día 9 la columna de Rennenkampsf, que progresaba por el oeste sobre las dos orillas del Tai-tzu-ho tuvo serias dificultades en tomar Pen-shi-hu. El día 10 los japoneses tomaron la ofensiva a pesar de la inferioridad numérica en que se encontraban.
Tras varios días de combate los rusos terminaron retirándose a sus posiciones de Mukden, quedando el resultado de la batalla, según la bibliografía que he consultado, en indeciso. Aunque para mí claramente los japoneses salvaron un matchball que podía haberlos llevado al desastre.
Tras estos combates Japón tomó consciencia de que sus recursos no le permitirían llevar una guerra en dos frentes, debería de concentrarse en acabar primero con uno de ellos. El elegido fue Port Arthur, donde se volcaron todos los esfuerzos humanos y materiales para tomar la plaza lo antes posible y acabar con la resistencia rusa. Por el contrario en Mukden, Japón permaneció en una posición defensiva hasta el mes de marzo de 1905 cuando ya pudo contar con el ejercito sitiador de Nogi para iniciar nuevamente operaciones ofensivas.
Como corolario una curiosidad: Kuropatkine en sus memorias echa la culpa de la derrota en la ofensiva de Sha-ho a sus generales (como casi siempre) acusándoles de ‘poco hábiles’, ‘faltos de dirección y mando’, ‘faltos de energía’, haber realizado ‘maniobras inútiles’, carecer de ‘tenacidad’, etc… debía de ser una joyita el tenerlo como jefe.