Al amanecer del 9 de febrero de 1904 ya se encontraban de vuelta las torpederas que habían realizado el primer ataque a la flota rusa anclada en la rada exterior de Port Arthur y que desencadenaría la guerra <enlace>. Togo, almirante japonés, no tenía noticia del resultado del combate por lo que ordenó al almirante Dewa que, con 4 cruceros rápidos, hiciera un reconocimiento del lugar.
Sobre las 0800 la pequeña escuadra de observación nipona se encontraba en las proximidades de Port Arthur, y pudo observar como la flota enemiga aún estaba anclada fuera de puerto. Se apreciaban una docena de grandes navíos de guerra, de los cuales tres o cuatro estaban escorados, y uno de ellos parecía hundido. Los rusos no parecían tener otra actividad aparte de los torpederos que patrullaban en las inmediaciones. Dewa comunicó por radio la situación a Togo, manifestando su opinión de rematar el trabajo iniciado la noche anterior. En los planes iniciales japoneses no se contemplaba un segundo ataque, aunque la ocasión era demasiado buena para dejarla escapar. Togo dio la orden :
Rumbo de ataque a las fuerzas enemigas. La victoria o la derrota dependen de nuestra acción. Que cada uno cumpla con su deber.
Lamentablemente Dewa, hizo sus observaciones a muy larga distancia, y no permaneció el tiempo suficiente para observar que los buques de la escuadra rusa se encontraban con las calderas prestas y aparejando para entrar en combate. Los cruceros Boyarin y Askold. habían sido mandados en descubierta y habían detectado a los buques de Dewa. A las 1015 el mismo Boyarin detectó al grueso de la escuadra japonesa, dando la alarma «El enemigo se aproxima». Al poco tiempo llegaban noticias del Askold «El enemigo avanza con una gran fuerza». Los fuertes y los puntos de observación también dieron la alarma. El almirante ruso Stark dio la orden de «formar línea de combate», y a las 1100 la flota rusa se dirigió directamente contra el enemigo.
El acorazado japonés Mikasa fue el primero en abrir fuego a 8000 metros de distancia, siendo respondido por las baterías de costa, y seguido por el resto de buques. Pronto se desató un nutrido fuego cruzado.
A las 1120 la situación era crítica para los japoneses, su escuadra se dirigía directamente al desastre, adentrándose cada vez más en el rango de tiro de las baterías de costa. Togo decidió dar media vuelta, una maniobra muy peligrosa en esta situación pues exponía su flanco al enemigo. La operación se desarrolló con numerosos impactos, sobre todo en los buques que componían la formación de cruceros acorazados de Kamimura. Al ver que los japoneses les enseñaban la popa, los rusos se lanzaron en persecución del enemigo que huía, aunque al poco tiempo, viéndose fuera de la protección de los cañones de tierra regresaron a su base sin éxito.
De vuelta a puerto era el momento de hacer recuento: del lado ruso se habían sufrido 150 muertos, siendo alcanzados levemente los cruceros Askold, Diana, Bayan y Novik. Del lado japonés hubo 90 muertos y, todos los buques principales fueron tocados aunque ninguno de ellos con daños serios. El resultado pudo haber sido mucho más grave, calificándolo como milagroso por Togo.
En resumen, los dos ataques realizados por los japoneses a la base rusa de Port Arthur el primer día de la guerra, no cumplieron su objetivo principal de destruir la flota enemiga, aunque sí la dañaron lo suficiente para conseguir una superioridad temporal en el teatro de operaciones que favoreció las operaciones de desembarco de tropas en la península de Corea.
Si quieres saber más:
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PIOUFRE, Gerard. La guerre ruso japonaise sur mer, Nantes: Marines édition, 1999