Hace unos días en una productiva conversación por twitter, discutíamos sobre la muerte de Makarov. La imagen que yo tenía de este suceso no sé muy bien de donde venía, pero era la del Almirante con su traje de gala en el puente del gran acorazado dirigiendo la evacuación del buque y resistiéndose a abandonarlo. Momento sublime, el terminar su vida hundiéndose con su navío, mientras sonaba de fondo una música de Wagner. Vamos igualito que el capitán Schettino en el Costa Concordia. Las fuentes que se aportaron al cruce dialéctico me convencieron que mi calenturienta mente me engañaba descaradamente y que la realidad fue otra muy distinta.
@Rodericus_Rex, es el ‘ínclito elemento’ que ha motivado este post, en que he repasado mis fuentes en el intento descubrir lo que realmente le ocurrió al almirante y a su buque
Bien, comencemos por el escrito que nos aportó @Rodericus_Rex, el cual procede de una biografía sobre el Almirante Togo, escrita por Juan Ignacio Nuñez Iglesias, en su página 133 se cuenta como sucedieron los hechos del hundimiento del Petropavlosk:
Pocos instantes después una densa humareda ocultaba la proa del acorazado y este se escoraba sobre el costado de estribor. De repente […] una terrible explosión, con la rapidez del rayo se elevó hasta el cielo una inmensa llamarada e inmediatamente desaparecía el coloso entre las aguas […] hundido en menos de dos minutos.
Un poco más adelante en el texto el Gran Duque Boris, relata lo que ocurrió en el puente por medio de lo que su hermano el Gran Duque Cirilo, uno de los pocos supervivientes del suceso, le había contado:
Al ocurrir el siniestro iba Makarov y su Estado Mayor en el puente alto, a babor. […] A la segunda explosión cayeron sobre el puente las chimeneas y los palos, con ruido ensordecedor y destrozando cuanto encontraban a su paso.
Cuando volvió en sí comprendió que una mina había explotado debajo de la santabárbara. Gateando como pudo, se trasladó a babor y allí encontró el cuerpo del almirante con la cabeza atrozmente mutilada.
[…] En lo tocante al almirante recuerdo que mandó cerrar las puertas estancas y que al decirlo se llevó las manos a la cabeza con gesto desesperación; a renglón seguido se desposeyó de las prendas de abrigo, y no supe más hasta verle casi decapitado.
Hasta aquí los hechos como se describen en el texto que facilitó nuestro amigo. Ahora vamos con la corroboración del mismo con la bibliografía que tengo en mi poder.
En el libro Blancs et Jeunes se cuenta la guerra ruso japonesa desde el punto de vista de un reportero francés testigo de los hechos. En el momento del hundimiento del Petropavlosk, se encontraba en el lado japonés y se relata el suceso a través de los comunicados que se enviaron al Ejército Japonés en Corea.
Los nuestros vieron al Petropaclosk envuelto en una espesa columna de humo amarillo y verde; sucesivamente el mástil, la chimenea y la pasarela se elevaron. El acorazado se escoró a estribor, la popa surgió del agua haciendo emerger su hélice cuyas aspas giraban rápidas. El Petropavlosk estaba envuelto en llamas. Comenzó a hundirse por la proa y desapareció en dos minutos.
Fue por los telegramas de Europa que tuvimos conocimiento que el Almirante Makarov y su Estado Mayor habían fallecido junto al Petropavlosk.
Esta fuente nos confirma la manera como se hundió el buque. Y aún más en una nota pie de página el traductor nos da más datos:
Casi todos los oficiales del Petropavlosk fallecieron igualmente. Solo el Gran Duque Kiril Vladimirovich, El Capìtan Jakovlev (comandante del navío), 3 tenientes, 2 Alféreces y 50 marineros fueron salvados.
Esta nota nos confirmó que el protagonista del relato del libro que nos aportaba @Rodericus_Rex, tenía muchas posibilidades de ser fiable, y que nuestra memoria nos remitía a una realidad que no era la correcta.
Pero seguimos buscando en otros libros sobre el tema. Constantin Pleshakov, en su libro ‘La última armada del Zar’ hace referencia al diario de Yu. Vasiliev en el que para el asunto que tratamos muestra la situación de una forma mucho más cruda:
En ese momento una terrible explosión sacudió al Petropavlosk. El gran duque [Kiril] se volvió hacia Makarov: el cuerpo del almirante aún de pie, había sido decapitado.
Sobre el hundimiento del buque no aclara mucho:
El Petropavlosk se hallaba envuelto en una nube oscura; su proa se hundía en el mar mientras la popa se elevaba dejando ver las hélices, que aún giraban. […] el barco de guerra se fue a pique en cuestión de minutos.
En la obra de Semenoff “La escuadra de Puerto Arturo”, cuando trata de la muerte de Makarov nos cuenta que el autor se encontraba a bordo del Diana, acompañando en las operaciones al Petropavlosk por lo que pudo asistir al hundimiento del buque en primera persona, lo que describe lo hace con precisión, e incluso da cuenta de las horas: en que sucedieron las primeras explosiones 9:43 y cuando todo había acabado 9:44 30′ (todo según su reloj).
Cuando un sordo fragor me hizo estremecer al mismo tiempo que a todo el crucero. Era como si hubieran disparado precisamente a nuestro lado una pieza de 305mm.[…] Vi a gigantesca nube de humo amarillento (¡la piroxilina!¡el pañol de torpedos! Pensé) y en esa nube extrañamente suspendido en el aire, girando y cayendo después, el palo de mesana… A la izquierda de la nube, la popa del navío como siempre, como si nada hubiera sucedido en la proa….¡Otra explosión!… torbellinos de vapor ocultaron la nube amarillenta…¡las calderas! La popa del acorazado se alzó tan brutalmente, tan perpendicularmente, que se hubiera dicho que se hundía partido por la mitad; durante un segundo pudieron distinguirse las hélices girando todavía en el aire… ¿hubo alguna otra explosión?… No lo sé, pero me parece que la popa del Petropavlosk, apenas visible entre las nubes de humo y de vapor, estalló y que una verdadera tromba de llamas brotó como del cráter de un volcán… también me parece que aún pasados algunos instantes después que hubieron desaparecido los últimos restos, el mar continuaba vomitando fuego.
El Capitan von Essen en sus memorias ‘Los últimos días del Sebastopol en Port Arthur’, nos cuenta que se encontraba a bordo del Sebastopol saliendo de la bocana del puerto cuando le llegó la noticia
Distinguimos una espesa columna de humo amarillo detrás de la Montaña de Oro, era todo lo que quedaba del Petropavlosk, que había chocado con una mina. La primera explosión se debió de producir en la proa. Se escucharon seguidamente otras provenientes del interior: eran probablemente torpedos explosionando. Después el buque picó y se hundió en pocos instantes.
Como nota a pie de página de este libro el Comandante Balincour nos hace una muy curiosa anotación, de como se recuperó el buque hundido por los japoneses para ser vendido y lo se encontraron en él:
En mayo de 1913 un Japonés llamado Sakurai compró el pecio del Petropavlosk con el objeto de venderlo por piezas. Sus submarinistas entraron en una sala donde debía de estarse desarrollando algún tipo de consejo, y que debía de ser la cámara de los oficiales superiores, pues se encontraron varias piezas de plata. Alli reposaban 6 esqueletos, evidentemente de oficiales, ya que en uno de ellos se encontró un reloj de oro, en otro unos anteojos igualmente de oro, y en otro un puñal grabado con el nombre de Contralamirante Molas, jefe de estado mayor, y al lado una cartera cuyo contenido vino a confirmar la identidad de su propietario; varios revólveres, condecoraciones, portafolios, etc… Pero aquello que chocó más a los japoneses fue encontrar un sable japonés con un anillo de oro que contenía el símbolo de la casa Tokugawa (mitsuba aoi) que se encontraba en perfecto estado de conservación, mientras las armas rusas estaban todo corroídas. Los japoneses vieron en esto un presagio.
Por ultimo una fuente japonesa, la del comandante Hesibo Tikovara en su libro ‘Diario de Operaciones’. El día de autos cuenta que estaba a bordo del torpedero Akasuki:
De repente vi, bajo la proa del buque que iba en primer termino, alzarse una nube de humo, primeramente blanco, después amarillo, y por ultimo una inmensa llama rojiza.[…] La llama, el humo amarillento habían casi desaparecido , cuando llegó el ruido, o por mejor decir, el retumbar sordo de la explosión seguida de otras varias menos intensas. Con los anteojos pude ver como se inclinaba el barco hacia proa primero, después hacia un costado. Y todo con una rapidez increíble.
Se vio fuera del agua las hélices y el timón; los palos se inclinaron más y más; el barco fue sumergiéndose y haciéndose más pequeño… cada vez más pequeño… ¡por fin desapareció! ¡Este fue el fin del Petropavlosk!
Bien, con esto expió mi falta de rigor en la conversación que tuve con @Rodericus_Rex en twitter hace unos días, aunque todavía no sé de donde me viene la imagen que tenía de la muerte de Makarov la cual he tenido que leer en algún lugar que ya aparecerá… Probablemente sea de alguno de los ukiyo-e que tanto me gustan y que me hacen compañía.
Remitimos a un articulo de hace unos meses para conocer los momentos anteriores que llevaron al hecho que relatamos hoy El hundimiento del Petropavlosk.